domingo, 23 de junio de 2013

UN OSCAR PARA OSCAR

Si consideramos que la serie iniciada dos semanas atrás sobre los piropos rurales se interrumpió porque tuve que viajar y porque me regalaron un libro, podríamos concluir que los viajes y los libros perjudican a los piropos.  Nada más falso, sin embargo, pues pocas cosas inspiran tanto, pocas cosas sacan de uno la creatividad y audacia tan necesarias para hacer piropos como los viajes y los libros. Y en mi caso, solo las curvas del cuarto posterior de las muchachuelas generan más ganas de decir piropos que los viajes y los libros.

La interrupción de la serie, por tanto, no se debe a estos dos factores y, pensándolo bien, la crónica de hoy es más bien un piropo en sí misma, aunque esta vez no va dirigida a muchachuelas del campo o la ciudad. Hoy hablaremos sobre Oscar Alvarado, hombre recto y sin curvas.

Recibí ayer el libro “Oscar Alvarado, Emprender con Valores”, y antes de que se cumplan ocho horas de recibir el regalo ya me había leído sus doscientas cincuenta páginas, pletóricas de ejemplos que sirven de inspiración para abordar el trabajo de campo sin descuidar los valores. Rumiado el libro, hecha la digestión y completado el ejercicio metabólico, entonces, algo me sugirió que la crónica de esta semana debería ser escrita al respecto.  Por algo somos, pues, el blog del hombre de campo.

Pero, ¿quién fue Oscar Alvarado? Antes del libro, yo solo tenía de él referencias breves pero llenas de admiración que me transmitía mi hermano, que me regaló el libro y que tuvo la dicha de trabajar con él.  El libro, sin embargo, me ofreció una semblanza que, sin ser, seguramente, completa, me acercó todavía más a su dimensión de gigante empresario del agro, sembrador de esperanza, gran cultivador de principios virtuosos y cosechador infalible de éxitos por doquier.

Oscar Alvarado fue un hombre simple, católico, familiero, amiguero, trabajador incansable, de ideas innovadoras y de empuje arrollador, un cuatro por cuatro como tres y dos son cinco, un líder único. Oscar Alvarado fue un hombre de campo argentino que, en su país y fuera de él,  capitalizó la familia y la amistad agrupando a una pléyade de pioneros —colono, prefería llamarse él mismo— para, aumentando la escala en sus operaciones agropecuarias, hacer la diferencia, creando una empresa que llegó a ser la mayor organización de siembra del mundo: El Tejar. Una empresa integradora, desarrollada con ingenio para tratar de hacerle frente a la burocracia que viaja en la tortuga de Mafalda, a los impuestos y las retenciones abusivas.  Para contar la historia como realmente es y desvirtuar el cuento de que el éxito de la soya se debe al precio más que al empresario. Para regalarnos la  siembra directa a la que no nos atrevíamos a pesar de que la conocíamos desde la década de los cuarenta. Para empujarnos al gerenciamiento y a matar el mito de la imprescindibilidad de poseer tierra y maquinaria propias…

Un hombre que se hizo en los caminos, que se crió en medio de los grupos CREA a cuyo prestigio contribuyó desde su primera fila, desde la trinchera misma, enfrentando la desidia y la desunión que a veces acecha al hombre de campo, encarando frontalmente a quienes desde posiciones políticas adversas a la producción o desde la cantaleta crónica de que su miseria se debe al éxito de otros abominan al empresario agropecuario y, víctimas eternas, se refugian en la inercia perversa de los bloqueos, de la mano de gobiernos que por no saber hacer lo hacen todo al revés.

Oscar Alvarado fue el protagonista principal de la segunda revolución agrícola argentina, una revolución que tuvo que expandirse hacia otros países y que inclusive nos llegó a Bolivia, país donde hizo escuela y que le respondió a la altura, país donde Alvarado sembró, cultivó y cosechó y donde surgió un club de fans que trata de mantener en alto su inconfundible legado de trabajo creativo, arduo e integrador.

Desde este blog, guardando las distancias, que son siderales, pretendemos aportar al agro un poco del pienso y la inspiración de las que estuvo hecho el mundo de Oscar Alvarado. Y, aunque muchas veces me han dicho que nadie lee, y menos en el agro, yo me resisto a admitirlo e insisto en traer al establog pensamientos, ideas y experiencias que valen la pena, tratando de aportar aunque sea solo con unas cuantas sonrisas que nos mantengan en la busca de las alegrías con las que se construye la felicidad.

La lectura del libro, y compartirlo brevemente con ustedes me produjo uno de esos raros momentos de felicidad. No es común que le regalen a uno un libro, y menos en nuestro medio, de manera que cuando el milagro ocurre, uno se conmueve hasta el mero tuétano, hasta la mismísima médula.  Por eso pido un Oscar para Oscar.

riopalo1962@gmail.com