domingo, 5 de mayo de 2013

ZAFRA

Suena la sirena, se da el pitazo inicial, arranca la nueva zafra cañera, la del 2013 o la de cualquier año, y se desata la algarabía, el júbilo, la alegría y la felicidad en el norte cruceño.

Suena el pito y la gente se pone contenta, no solo los cañeros, no solo los zafreros, no solo los choferes, tractoristas y ayudantes, no solo los industriales y fabriles, no solo los ingenieros, no solo los administrativos de instituciones cañeras y de ingenios.

El júbilo invade los toldos de las refresqueras, raspadilleras y mocochincheras, las locreras y las cicharroneras, se va de paseo en dos ruedas con los motistas y con los carritos de los picoleceros, vuela con las tijeras, las mascotas y los improbables cuentos de los peluqueros, se suma al ritmo de los bolicheros, los karaokeros, discotequeros, y de los chicheros, entra por las puertas y sale por las ventanas de los puteros, se mezcla con las cumbias a todo volumen de los taxistas, se detiene todos los días en los puestos de los vendecoca, o en los cajones de las pastilleras, da vida nueva a los panaderos, a los plomeros, inclusive a los lustreros, se hace presente entre los ferreteros, se confunde con los martillazos de los herreros, hace madrugar y trasnochar a los gomeros, traspirar a los mecánicos y los torneros, sumar, sumar y sumar a los comerciantes, supermercaderos, almaceneros y pulperos —mayoristas y minoristas, mayorcitas y menorcitas—, frotarse las manos a los dueños de lo ajeno —los con gorra y los sin gorra—, da esperanza a las librerías, solvencia a los jefes de familia, alivio a las amas de casa, tema y salteñas a los periodistas, oportunidades a sastres y modistas, da chance a los sacasuerte, regala viernes y sábados a los músicos —entre ellos los tradicionales mariachis—, brilla en las vitrinas de los joyeros, se va a la fosa con funebreros y sepultureros, al cielo con curas y predicadores, y a donde se fue el Padre Padilla con los politiqueros.

La zafra de la caña de azúcar le endulza la vida a todos, inclusive a los que no han sido nombrados en esta crónica, a todo tipo de oficios, y al sin-oficio que espera los domingos para escribir estas líneas.

Medio en efervescencia,  ambiente en ebullición, hierven las calderas, burbujean los tachos,  truena la banda.  Se dio ayer el pitazo inicial en una de las principales industrias del norte cruceño.  Ahora queda trabajar y vigilar para que no se queme la caña, que no se fregue la chata, el tractor ni la cosechadora, que no se emborrachen ni enfermen los tractoristas, ni los zafreros, que se tumben los records de molienda diaria, quincenal e histórica, que se superen los índices de sacarosa —para arriba—, y fibra —para abajo—, que no se rompa nada grave, que disminuya aún más el trabajo infantil, que no llueva más de la cuenta, que no haya accidentes —ni en campo, ni en carretera ni en planta—, que el mercado interno se llene de azúcar propia a buen precio, que el diablo no meta la cola, y que no haya trabas para exportar.

Y —este es un pedido personal—, que los cruceños, sin que nadie nos lo diga, nos pongamos de acuerdo, que esta es nuestra principal industria, nuestra identidad, y que nadie que no le entienda al mambo, de latas latitudes y altas altitudes, tenga la insolencia de querernos evangelizar.

riopalo1962@gmail.com