domingo, 16 de septiembre de 2012

FÓRMULA MÁGICA

Entre divertido y apenado observo la desazón que existe en parte de mi entorno próximo por el hecho de que yo no sea rico, ni parezca dispuesto a serlo.  Confieso que el tema no me quita el sueño, pero debo admitir que me preocupa nomás un poco, y de vez en cuando me pone a pensar en formas de mejorar sustancialmente mi economía antes de cumplir los cincuenta años.  La primera forma que se me ocurre es disminuir los gastos, pero esto crea aún más desazón en mi entorno y me obliga –ya sin escapatoria–, a buscar la forma de aumentar, nomás, los ingresos.

Menos mal que creo que, aún sin tener el más mínimo interés en ello, ya he descubierto la mitad de la fórmula para hacerme rico, y como no soy egoísta, la comparto con mis lectores.  

La fórmula completa es simple, y aunque yo solo tengo en mis manos la mitad, puedo decir que la conozco entera, completa, y consiste de lo siguiente: Apostar con funcionarios de gobierno –que, dicho sea de paso, algunos andan forrados como para apostar cifras fuertes–, que lo que ellos proponen y alegan anticipadamente sobre casi cualquier tema se va a producir en la realidad de manera contraria a la que pregonan.  En palabras más simples, apostarles a que le van a pelar casi en todo.  

Pero hay un tema particular en el que el pele del gobierno y el acierto de este humilde servidor son cien por ciento seguros, y esta es la primera apuesta que pretendo hacer: La carretera en el TIPNIS –el Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro Sécure, como nos lo recuerda el amigo Winston Estremadoiro–, producirá  o reproducirá el mismo patrón de deforestación que se ha producido siempre que se han abierto carreteras en bosques tropicales. 

Estoy tan seguro de que el gobierno topará la apuesta, con lo que tendré asegurada la otra mitad de la fórmula, que me atrevo a ponerle más sal y pimienta a la misma: El patrón de “desarrollo” se reproducirá mediante esa tan boliviana mezcla de imparable e irreversible colonización espontánea-provocada que será seguida de inmediato o simultáneamente por el narcotráfico, y el TIPNIS pasará a ser refugio y santuario salvaje de la corrupción y la violencia, una republiqueta más donde el Estado, la institucionalidad formal y la autoridad –sobre todo las bien intencionadas, que deben haberlas–, no tendrán presencia ni pisada.

¿Más sal y pimienta para la apuesta? Se puede incluir en ella que el emplazamiento de un cuartel militar en la zona no va a poder, ni en esta vida ni en la otra, detener el ingreso de la colonización ni del narcotráfico y, más bien, va a reproducir otro patrón mil veces comprobado: el batallón ecológico va a ser su aliado, su tapandepe, y el primer y principal depredador de los recursos naturales de la zona.

La apuesta está en mesa, el guante está echado y solo espero la respuesta contraria para completar la fórmula mágica de mi inminente conversión a millonario. Para animarlos, y para poder medir sin excusas la contundencia de mi acierto, planteo adicionalmente las siguientes precisiones: Un plazo de cinco años para verificar ya un 10% de deforestación por encima de una línea de base a establecerse al momento de pactar la apuesta.  El aumento de unas 1000 ha/año de plantaciones de coca que no habían antes de la apuesta.  El descubrimiento en cinco años de al menos 500 nuevas –no existentes previamente– fábricas de droga.  La instalación, presencia y dominio de un par de cárteles internacionales de narcotráfico que se pelearán entre ellos provocando desplazamientos masivos de poblaciones indígenas que huirán de la violencia en estampida, quedándose algunos de ellos, de ambos sexos, a prostituirse con el negocio y sus secuelas. 

Constatados los hechos, a cinco años desde iniciada la carretera –aún sin estar ésta concluida–, la autoridad tendría que pagarme en dólares americanos  o en bolivianos –no en mestizos ni en especie–, la cantidad que acordemos previamente ante un Notario de Fe Pública. 

Ya me pican las manos, ésta sí que es una apuesta segura, una forma fácil de ganar plata, ni más ni menos que como melear en papayo. Y, como mientras yo propongo la apuesta, columnas de compatriotas no muy tropicales ya penetran el TIPNIS por todos los flancos, el patrón de desarrollo –que en este caso no se trata de un oligarca oriental con su chicote–, con seguridad ocurrirá con mayor velocidad de la esperada.

¡La pucha!, mi olfato para hacer dinero parece que por fin se está despertando, para alegría de algunos de mis seres más queridos y cercanos quienes, aún escépticos, todavía no dejan de abrigar la esperanza de que esta fórmula nos haga ricos.  Yo siento que alguna vez tengo que darle algunas alegrías –no solo alergias–, y tengo que aprovechar este cuarto de hora de mi creatividad para generar dinero, por lo tanto, de inmediato y en el último párrafo de esta crónica les revelo otra apuesta y otra fuente de ingresos segura.

Ya saliendo del ambiente rural y entrando en el ámbito urbano, pero todavía tratando temas silvestres y salvajes, tengo otra apuesta para hacerle a cualquiera que quiera seguir la línea masoquista de los perdedores: Apuesto a que el alcalde de nuestra ciudad volverá a pelearse con los periodistas, que se sentirá provocado, les dirá verdades puras y grandes mezcladas con insultos, exageraciones y faltas totales de respeto, que ellos amenazarán enjuiciarlo, él les pedirá unas disculpas medio desteñidas y todo se volverá a olvidar hasta el año próximo, cuando el alcalde vuelva a salir a inaugurar obras. Esta apuesta la ofrezco cien contra un guineo, sin plata de por medio, pues no me parece ético hacerme rico con un tema tan sensible para dos bandos a los que quisiera ver juntos, tirando para el mismo lado.

riopalo1962@gmail.com