domingo, 19 de mayo de 2013

SEMANAS VOMITIVAS

Todas las semanas, sin falta, alguien me cuenta de nuevos escándalos y horribles casos de corrupción en los que estarían involucrados los más altos dignatarios del Estado Plurinacional, incluidos el Presidente, el Vicepresidente y algunos ministros y ex-ministros.

Todas las semanas, sin falta, me hablan de propiedades y sociedades de tierras que las autoridades adquieren sin poner un peso, a cambio de sus buenos oficios para acelerar trámites o resolver a favor de los dueños líos agrarios —a veces—, o a cambio de dinero contante y sonante —otras veces.

Todas las semanas, sin falta, mencionan participación de dichos altos dignatarios en empresas que venden camionetas, camiones y tractores, de diferentes marcas, y me dicen que es vox pópuli, que todo el mundo lo sabe, menos yo.

Todas las semanas, sin falta, les respondo a los que me lo cuentan que lo que me dicen es muy difícil de creer, y que si es como dicen, y si los casos son tan numerosos y descarados, entonces ¿por qué no se denuncian públicamente esos supuestos casos, sobre todo si la oposición pudiera aprovecharlos para hacerla pasar mal a los gobernantes —tan honestos que dicen ser ambos?

Todas las semanas, sin falta, los que me traen los chismes me dicen que no lo hacen porque no tienen pruebas físicas, que los gobernantes actúan por medio de testaferros, palos blancos y fusibles de mandos medios, que los que lo saben todo tienen miedo a represalias, que el gobierno tiene a todos agarrados de los huevos —de las bolivianas, para mayor claridad—, y que todos los que podrían decir algo prefieren callar porque tienen cola de paja.

Todas las semanas, sin falta, yo paso del júbilo a la tristeza con este tipo de información.  Me produce júbilo enterarme que los de la actual situación, de los que soy franco opositor sin partido, son peores que los que criticaron, y que están haciendo cosas que más temprano que tarde los van a tumbar —de ahí el júbilo. Pero luego nomás me produce mucha tristeza pensar que seguimos en lo mismo de siempre y que no hay quien se anime a decirlo porque tienen las voces embargadas, y nada pueden hacer sin tenerlas que pagar personalmente —de ahí el silencio cómplice y mi tristeza.

Todas las semanas, sin falta, pienso en cómo hacer yo mismo para que todo lo que me chismean sobre los supuestos corruptos se divulgue a todo nivel, dentro y fuera del país.  Todas las semanas pienso en cómo actuar sin que, por hacerlo, los que tiene el poder me fabriquen un caso de la nada, me hagan engrosar la lista de terroristas, me tiren pichicata por encima de la barda y me acusen de pichicatero, me manden a un maleante a sueldo a que me ajuste las tuercas, los tornillos y las cuentas, o me manden a uno a que se equivoque conmigo y con mi familia.

Todas las semanas, sin falta, busco referentes que me ofrezcan algo de claridad de pensamiento y, sobre todo, que me hagan sentir todavía algo de esperanza por mi país.  Esta semana, como casi todas las semanas, Mario Vargas Llosa volvió a darme la clave. Casi como dirigiéndose solo a mí, dijo: si los mejores no hacen política, la política cae en manos de los peores”.

Todas las semanas, sin falta, los políticos me hacen dar arcadas, esas espasmódicas contracciones abdominales que preceden el vómito.  Esta semana, sin embargo, dignificando  un poco su profesión, la senadora Rebeca Delgado reveló entretelones sobre la re-reelección, y sacó a bailar al que se sienta a la izquierda de dios bagre, uno que tiene el cuero más grueso que el mismo bagre, un revoque al que no le pasa ni la bala.  Esta semana, entonces, el duelo fue entre Rebeca Delgado y Revoque Grueso, el cuerudo que sabemos que hay que revocar.   

Todas las semanas, sin falta,  estos temas de maleantes, de gente sin ética y sin escrúpulos, me dan ganas de vomitar… ¿tendré que llamar a Lanata para que venga, investigue y denuncie?, ¿tendré que dedicarme yo mismo a la política, la investigación y la denuncia?, ¿o tendremos todos que seguir recurriendo a los antieméticos nomás?   

riopalo1962@gmail.com