domingo, 15 de julio de 2012

MEDIDAS CRIOLLAS III

Datos recibidos de algunos amigos lectores contribuyen a que la saga de las medidas criollas continúe por lo menos por una semana más.

Empezaremos hablando de la braza, −no confundir con las brasas en las que en la anterior entrega invitamos una pacumutada de chaicitas−, que es la distancia media entre los dedos pulgares del hombre con los brazos extendidos horizontalmente. Es una de esas medidas variables, poco precisas, como la cuarta y el jeme, que dependen del tamaño del hombre.  Así, la braza, dependiendo del tamaño del camba, será mayor o menor.  En mi caso de camba promedio, una braza mide aproximadamente 1,60 m.

Esta medida, la braza, no es muy usada en el campo, o por lo menos yo no recuerdo haberla usado o escuchado usar, pero la idea de ponerla aquí se debe a la observación de nuestro amigo don Rodrigo Von Oven, quien desde Alemania me hizo notar que en la crónica anterior yo, con la cabeza puesta en las unidades de medida, había invitado una pacumutada de chaicitas a las brazas. Nos hubiésemos quedado con ganas de saborear las chaicitas sino hubiese sido porque don Rodrigo me recordó oportunamente que las chaicitas son mejores a las brasas que a las brazas, cosa que como administrador y dueño del establog pasé a corregir de inmediato, para que nadie se quede con hambre.

Con respecto al andén de leña, mi amigo Emilio Colamarino, desde Montero −no desde Italia−,  me recordó que la tarea de leña es, justamente, la cantidad de leña que un leñatero promedio logra hacer o juntar en un día, por eso se llama tarea, es decir el trabajo de un día. La tarea, entonces, mide 4.0 m de largo por 1.0 m de alto, y se transforma en andén cuando es cargada a los camiones.  En un Toyota sapito entraban cuatro andenes, y en un Toyota de los trompudos, que salieron despuesito de los sapito, cabían cinco andenes.

La cocha de pandearroces es otra de las unidades de medida que habíamos anunciado antes.  No he encontrado referencias escritas que relacionen la cocha con el pan de arroz, ni a nadie que me de una idea más o menos precisa del tamaño de una cocha, por lo tanto, lo que viene a continuación es −en gran medida, valga la redundancia−, fruto de recuerdos vagos y de mi también vaga, holgazana, imaginación.  Según creo yo, se trata de la cantidad de panes con que se llena un horno, es decir que equivale a una hornada de pandearroces.  Por supuesto que una cocha variará de volumen, entonces, en función al tamaño del horno, pero como estos eran más o menos estándar, la variación será mínima y, entonces, el tamaño de la cocha pasaría a depender del tamaño del pan, pues en una cocha no entra igual cantidad de unidades de pandearroces que de empanadas de arroz, que son un poco más grandes.

La palabra cocha − o cochada−, debe derivar de la palabra cocida, y su definición, seguramente, sería algo así como  “cantidad de panes cocida en una hornada”.  Lo mismo sería la definición si se tratase de pandearroces, cuñapés, tamales, chimas o micotelas.

Si la cocha se pone en masculino resulta otra palabra que también tiene dimensiones o magnitudes más o menos estándar, aunque hay también casos extraordinarios, pero ese ya es otro tema que no conviene tratar en este horario.

Y para terminar, cerrando con broche de oro, tendremos que recurrir a una unidad de medida que no es totalmente criolla.  Se trata del Met, que mide la intensidad de esfuerzo físico de una persona según la cantidad de oxígeno consumida en un minuto por cada kilogramo de su peso corporal en reposo. 1 Met  equivale a 3.5 ml O2/kg/min o, si lo medimos en kilocalorías, corresponde aproximadamente a 1 kcal/kg/hora producidas en reposo.

Apenas cumplido un mes de mi infarto, acudí a la consulta con mi cardióloga munido de una serie de preguntas respecto a si ya era oportuno empezar con esfuerzos físicos como caminar, subir y bajar gradas con más frecuencia, manejar, subirse al papayo, etc. Ella, muy severa, me prohibió rotundamente subir al papayo por nada más y nada menos que doce semanas, indicándome que el sexo consumía más de 6 Mets, es decir el doble que manejar o subir gradas, por ejemplo.

De nada sirvió que yo le diga que el sexo no era solo Mets, sino que involucraba una sucesión acompasada de mets y sacs, mets y sacs, mets y sacs, de manera que se contrarrestaban y no había problema. Creo que, con algo de molestia por el mal chiste, la doctora me mantuvo la prohibición temporal, cosa a la que, por supuesto, no le hemos hecho caso, pero ese ya es un secreto íntimo que no estoy dispuesto a contar. 

riopalo1962@gmail.com