sábado, 3 de marzo de 2012

CAÑA BAJO LA LUPA

Respire hondo, acopie paciencia, y prepárese para leer ahora un artículo de cerca de 1500 palabras, un poco más de cinco y un poco menos de diez minutos de lectura. Prepárese para leer uno de los primeros cinco artículos con que iniciamos la que hemos denominado “Serie Cañera” y que empieza con esta crónica sobre investigación científica.

Invariablemente, problemas fitosanitarios presentados en la caña de azúcar han sido los que han motivado el surgimiento de programas de investigación y la sustitución de variedades.  Revise usted la somera cronología de la investigación en caña que presentamos abajo y nos dará la razón:

En 1840, una epifitia de pudrición de las raíces en la Isla de Mauricio está registrada como el primer ataque masivo de una enfermedad a nivel de cultivos comerciales.  Esta enfermedad se mantuvo molestando a los cañeros de dicha isla, la India, Hawaii y Lousiana por varias décadas hasta que se encontraron variedades resistentes. Jugando con las palabras, como solemos hacer en esta columna, la epifitia, pues, apresuró el epitafio de varias variedades primitivas, y de algunos cañeros.

En 1863, un ataque de gomosis en Brasil llevó a la necesidad de sustituir la variedad Cayana, que había reemplazado a la Creoula, y que durante más de 50 años había sido la variedad más cultivada en ese país.

En 1890, en Java, Indonesia, un ataque de sereh devastó las plantaciones de la variedad Black-Cheribon.

En 1920, el virus del mosaico se ensañó con los cañaverales brasileños, principalmente en el estado de Sao Paulo, con graves efectos sobre la productividad.

Todos los casos señalados arriba motivaron en diferentes momentos y lugares el arranque de programas de investigación que en las décadas siguientes a sus inicios saldrían al mercado con variedades de caña como las famosas POJ (desarroladas en Java), las Coimbatore de la India, las B, de Barbados en el Caribe, las CP de Canal Point, en Estados Unidos, y las CB e IAC desarrolladas en Brasil.

Algunas de las variedades resultaron resistentes al mosaico y al sereh, pero algunas también fueron descartadas por su susceptibilidad a otras enfermedades que surgieron en el intermedio, tales como la escaldadura de la hoja y el carbón.

De las variedades que surgieron de los programas de mejoramiento señalados, varias llegaron a sentar presencia en nuestros campos cruceños, incluyendo  la famosa Coimbatore 421 (que algunos llamaban tumbatoro), la CB 38-22 (nuestra vieja, blanda, caída y chipada Campos Brasil blanca), la B 37-161 (cuya denominación algunos confundían con la placa del Chevrolet), y otras.

Pero la cronología no acaba ahí. En 1972, cañeros e industriales cruceños de los de antes canalizaron parte de su energía y creatividad en la fundación del Centro de Investigación y Mejoramiento de la Caña de Azúcar, CIMCA, con base en Saavedra.

En 1978, un severo ataque de roya en Cuba obligó a sacar del cultivo a la variedad B 43-62, que por décadas había sido la reina del campo cubano y ocupaba en ese momento cerca de medio millón de hectáreas, es decir más del 40% de las plantaciones de la isla. Las pérdidas directas por la baja de rendimiento de un 30% en promedio causada por la enfermedad significaron alrededor de 1 millón de toneladas de azúcar que se dejaron de producir. Estas cuantiosas pérdidas, sumadas a la obligada y prematura necesidad de renovar cañaverales que todavía eran nuevos y la substitución de B 43-62 por variedades menos productivas significaron un duro golpe para la economía cubana, altamente dependiente de azúcar, rubro del que en ese momento Cuba era el primer exportador mundial. 

En los años 80, un ataque de carbón en NA 56-79, variedad argentina que fue por varios años la vedette de las variedades en Brasil, tuvo que ser sacada del cultivo por caer en las sucias garras del carbón.

En 1991, un ataque de desesperación combinado con yesquera, precipitación e intolerancia de sus propietarios y promotores motivó el cierre de CIMCA, modélico centro de investigación de caña de azúcar. La comprensible impaciencia de los cañeros e industriales con la demora de CIMCA en presentar muchos resultados tangibles contrastaba con la incomprensible decisión de abandonar todo cuando ya la meta estaba cercana. Era casi como ahogarse al llegar a la playa. 

Recordemos que, entre otras, CIMCA produjo la variedad RBB 77-26, que ha reinado y sigue reinando en nuestros campos por más de una década, aunque acaba de ser vista ya sufriendo el efecto de algunos problemas fitosanitarios.  Como miembro del equipo que quedó cesante de CIMCA, pasados más de 20 años de esa amarga experiencia, todavía lamento todo lo que se perdió por la discontinuidad de las pesquisas.

Menos mal que el CIMCA se transfiguró en CITTCA, actualmente a cargo de Guabirá, el ingenio y sus cañeros, y allí se mantiene un trabajo de investigación que ya ha sacado a la luz algunas variedades y pronto pondrá en el gran cultivo a otras que, según entendemos, ya se encuentran en la fila de espera.

Siguiendo con la cronología, en el año 2000, en Australia, una epidemia causó pérdidas estimadas entre 150 y 210 millones de dólares australianos (entre 160 y 225 millones de dólares americanos al cambio actual). La variedad Q24, en ese momento la más sembrada en Queensland con el 45% del área ocupada, se infectó de roya naranja y causó la epidemia más importante en la historia de la industria azucarera australiana.  Sobre esta amenazadora roya naranja hablaremos más en próximas entregas.

En 2011, un ataque de una plaga del suelo, una gallina ciega, hizo entender el chino, el ruso y el tapieté antiguo a varios cañeros del área cercana a Montero.  El ataque fue tan severo y los chacos quedaron con tan baja población de cepas que varios campos tuvieron que ser revolcados apenas cosechado lo que quedaba, pues la esperanza de futura cosecha en ellos era muy baja.  Al revolcar la caña antes de lo previsto, los cañeros perdieron plata sin asegurar que esa práctica los liberaría de una plaga que parece tener una presencia cíclica que se repite bajo ciertas condiciones ambientales y de cultivo.

El mismo año, 2011, un ataque intenso de ganas de ir al campo me permitió observar que algunas variedades que 20 años atrás no presentaban síntomas de enfermedades ahora parecen haberse dejado contagiar y dichas enfermedades parecen haberse instalado para siempre en nuestras plantaciones. Es probable que esto no se deba al deterioro genético de las variedades sino al agravamiento de las condiciones predisponentes, entre ellas la mayor presencia y presión del inóculo dañino. El caso es que ahora es común observar carbón y mosaico en RBB 77-26, así como raya roja y mosaico como para pavimentar todo el pueblo en otras variedades.

La cronología debe continuar en 2012, año en que un ataque de cordura nos debe poner a trabajar a todos juntos en la investigación de nuevas variedades, ya sea por hibridación propia o por la introducción cuidadosa y legal (y masiva) de clones extranjeros para probar. La investigación en variedades es básica y ninguno de los otros temas de tecnología por si solos (riego, fertilización, manejo químico de la maduración, cosecha mecanizada, combate de malezas y varios otros) podrá resolver los graves problemas de productividad que tenemos si no empezamos a trabajar más seriamente en variedades.

Creo que, hasta ahora, la agroindustria cañera cruceña ha tenido la suerte del borracho, pues ninguna enfermedad o plaga nos ha atacado todavía con mucha intensidad. Creo también, sin embargo, que la suerte del borracho que hemos tenido se nos puede acabar. Yo sé que los empresarios se caracterizan por ser muy audaces y valientes, por correr riesgos y por mirar siempre el futuro con optimismo. Pero la audacia no se debe confundir con la irresponsabilidad. El azúcar (y el alcohol, y el biocombustible, y la energía, y el plástico de caña) se hace en el chaco, y por lo tanto la caña merece toda la atención. Y, háganme caso, el tema de variedades es el principal.

Los brasileños, que tanto menciono en estas crónicas, tienen varios dichos muy bonitos que comentaré en otra ocasión, pero por ahora me quedo con uno que no es muy simpático pero encierra mucha sabiduría y bondad: “Quem avisa amigo é”, que es lo mismo que decir, “después no digan que no se los advertí”.

riopalo1962@gmail.com