martes, 29 de noviembre de 2011

MUYURINA INVADIDA

Digámoslo alto, breve y claro, en un solo párrafo: Las tierras de Muyurina han sido invadidas. La invasión ha sido perpetrada por personas que dicen no tener tierra pero no son más que unos vivos que, teniendo ya terrenos y casas en otros lugares, y haciéndose pasar por pobrecitos y desamparados, en realidad son delincuentes profesionales que se ocupan a tiempo completo de andar invadiendo la propiedad privada de otros.
Fuerte, breve y claro: Estas personas tienen aspiraciones y derechos, como los tenemos todos, pero también tienen el deber de someterse a la ley. Y si no lo hacen, pasan a ser delincuentes, triste título que no les puede quitar ni el evidente apoyo político con que cuentan ya que nadie, por muy real que fuese su carencia material, puede directamente hacerse del bien de otro contra la voluntad del propietario.
En el caso que nos ocupa, la carencia no es real, los invasores son una gavilla de maleantes acompañados de unos pocos que realmente no tienen techo y que son vilmente utilizados por los profesionales del cinismo y el irrespeto por lo ajeno, en un caso más en el que los vivos se aprovechan de los bobos. Pero lo más preocupante es que este caso representa una tendencia que, lamentablemente, poco a poco está ganando carta de ciudadanía en nuestro país, con la frecuente invasión de predios privados y productivos ante la paciente y cómplice mirada −e inclusive el aliento− de quienes demagógica e irresponsablemente están jugando con fuego al propiciar o permitir el desconocimiento de derechos y el desmontaje de nuestra institucionalidad.
Haga un clic en el libro “El Establo”, en la parte que dice “bajarse el libro”, y busque allí el artículo sobre Muyurina para enterarse de cuánto esa escuela contribuyó al desarrollo agropecuario −y por lo tanto económico−, y a la construcción de mayor igualdad social en el país, y más específicamente en el norte cruceño. Los que allí estudiamos teníamos los más diversos orígenes y, sin embargo, aprendimos a entendernos y querernos sin importar nuestras posiciones sociales, porque en Muyurina todos éramos verdaderamente iguales, usábamos los mismos baños y dormitorios, compartíamos la mesa y competíamos en igualdad de condiciones por la misma comida, estudiábamos, hacíamos deportes y nos divertíamos en las mismas canchas, salas de estudios, clases, juegos y el teatro, e íbamos juntos a misa.
De la misma manera y por igual, sin favoritismos, blancos y mestizos, hijos de tradicionales familias cambas y recién llegados colonos collas despicábamos juntos maíz, a mano, carpíamos caña o arrancábamos yuca, sin preferencias, sin que supuestos hijitos de papá se quedaran en la sombra. En Muyurina discutimos abiertamente, ampliamos nuestra visión, aprendimos de cooperativismo, y colaboramos con el ECAM, escuela técnica para campesinos que no estudiaban en Muyurina durante el año lectivo pero se capacitaban allí durante las vacaciones.  A mi promoción en particular le tocó bajar del tráiler los tan esperados equipos de la radio María Auxiliadora que tanto ha contribuido a la educación, información y recreación en los rincones más alejados de los pueblos y del campo norteño. A mi promoción y a otras nos tocó colaborar para la construcción de escuelas e iglesias en zonas rurales, así como hacer parte de innumerables misiones solidarias.
Por eso es que una vez salidos de Muyurina nos reunimos siempre que podemos y nos apoyamos mutuamente, porque nos consideramos hermanos.  Y es por eso que esta nota representa, sin excepción, el sentir de todos los ex-alumnos de mi promoción. Y es por eso que sin repetir las consabidas frases de que “no vamos a permitir” esto y aquello, ni que “iremos hasta las últimas consecuencias”, nos declaramos firmes defensores del modelo social y productivo que se nos enseñó en Muyurina, y nos reafirmamos en las convicciones éticas, morales y religiosas que aprendimos allí.
Y es por eso que exigimos que los invasores abandonen de inmediato los terrenos, y reclamamos que las autoridades cumplan su deber y, haciendo uso de sus prerrogativas constitucionales,  hagan que la policía los saque del lugar, sin utilizar la violencia. Recomendamos ese curso de acción porque creemos que hay que extirpar el mal antes de que se expanda, y porque anticipamos que el desconocimiento de la autoridad y las instituciones, y la usurpación de derechos, es el camino más corto hacia la desintegración de una sociedad y la ruta más corta para que se desate la violencia.
Digámoslo fuerte, claro y breve, en un solo párrafo: Una escuela con tanto mérito no puede ser tratada así, y si los invasores no atienden razones, porque no les conviene, las autoridades sí deben hacerlo, porque es su deber cumplir y hacer cumplir la ley, independiente de su orientación política, independiente de si son o no ex-alumnos de Muyurina.  De nuestra parte, los ex-alumnos, como buenos cristianos y honrados ciudadanos, seguiremos vigilantes hasta que así sea.
riopalo1962@gmail.com