domingo, 28 de octubre de 2012

INVESTIGANDO LA CAÑA (III)

No estaba en mis planes seguir con el tema de la investigación de la caña de azúcar, pero no me puedo quedar en la queja, tengo que pasar de la protesta a la propuesta, como dicen por ahí, y lo hago en esta entrega en la que también aprovecho para aclarar que, en tiempos en que existía el CIMCA,  el CIAT no se metió en el tema por una decisión consciente que se tomó en la época, según me escribió su ex-Director, el amigo y colega Ing. Carlos Roca Ávila, quien literalmente me indicó que “no tenía sentido duplicar los trabajos de una entidad que lo venía haciendo muy bien bajo la dirección de Guillermo Kenning”. Sabia decisión la de entonces, prueba de que los que saben no se precipitan, toman decisiones conscientes, y de que cuando los recursos son escasos es más importante concentrar y no duplicar los esfuerzos.

Ignoro, francamente, si ya se alcanzó un acuerdo entre los productores de azúcar y alcohol y el gobierno respecto al impuesto al azúcar y el alcohol para la investigación del complejo productivo de la caña de azúcar.  El periódico de hoy no dice nada al respecto, y este último par de días yo no he estado conectado al tema.  Sea cual fuere la situación,  me tiro a la piscina con algunas ideas para abordar constructivamente el tema, pasando ya a lo propositivo.

Digo yo, si no hay posibilidad de anular el impuesto, y se quiere evitar el uso de los recursos para fines ajenos a la verdadera y efectiva investigación científica de la caña de azúcar, la oportunidad debe ser aprovechada para dirigir los fondos que se recauden con el impuesto al centro de investigación ya existente (CITTCA), mismo que tiene infraestructura, personal, equipo, información, estructura investigativa, y en cuya propiedad física los cañeros e industrias de Santa Cruz tienen todavía, si no me equivoco, algunos derechos. 

Siendo tan pequeños los fondos totales que se recaudarían con el impuesto, en relación a lo que se gasta en  investigación de caña en otros países, conviene concentrarlos y multiplicarlos, no dispersarlos.

¿Cómo podría hacerse esto?  De diversas maneras.  Si de verdad se lo quiere, se pueden elaborar diferentes formas y fórmulas para asignar equitativamente los recursos y para establecer una gobernanza equilibrada para crear un verdadero sistema de investigación de la caña de azúcar.  Si les gustan los nombres actuales y rimbombantes, aunque en este caso la sigla no rime con evo, ni termine en bol o cruz, se podría crear un SIICCA, es decir un Sistema Integrado de Investigación del Complejo Caña de Azúcar.

Con un trabajo de investigación centralizado en el CITTCA, pero con experimentación zonal o regional en propiedades estratégicamente elegidas de todos los ingenios y sus proveedores.  De esta forma, con el apoyo de los técnicos, infraestructura y equipo de todos, bajo un formato de experimentación único desarrollado por el CITTCA, se ampliaría enormemente el influjo de la investigación de este centro, y se obtendrían resultados adecuados para las características específicas de cada zona.

Así, por ejemplo, se replicarían zonalmente los experimentos de competición de variedades, se harían pruebas de agroquímicos, se experimentaría con prácticas de cultivo y cosecha, incluyendo fertilización, irrigación y otras, y se conseguiría información más precisa para las necesidades o potencial de las diferentes zonas del departamento y de la otra región cañicultora del país, Bermejo, a las que llegaría también la asistencia técnica y la transferencia de tecnología, así como los semilleros de las variedades que se elijan como campeonas en cada zona.

La planificación se haría en conjunto, y como todos aportarían al sistema, todos tendrían derecho de participar de su gobernanza, con un ente superior, el Directorio, dedicado a las decisiones estratégicas y de inversión, y con un comité técnico dedicado a suministrar información técnica, hacer seguimiento a la investigación y proveer de herramientas para la toma de decisiones del Directorio.

Este Directorio tendría la participación de un representante por cada industria e institución cañera aportante, y podría tener participación del Estado, con un delegado del Gobierno, idealmente del Ministerio de Agricultura, o como se le llame a este estamento en la nomenclatura actual del Estado Plurinacional.

Sin cálculo político alguno, pues yo no le entiendo  a este mambo y cuando lo intento me sale que ganan todos, creo que el abordaje constructivo que propongo tendría las siguientes ventajas, beneficios, o aspectos positivos:

·         Participan todos los que trabajan en esta agroindustria en el país.
·         Se aprovecha la base de experimentación ya existente.
·         Se concentran y no dispersan los recursos, evitándose la duplicación de esfuerzos.
·         Se potencian y amplifican los efectos positivos, llegando a las diferentes zonas y aprovechando la infraestructura, equipo y personal que tiene cada ingenio o asociación de productores.
·         Y, ‘last but not least’, se soluciona el impasse levantado por la imposición del impuesto, redundancia y todo.

Bueno…esto es lo que se puede ofrecer si se usa solo la lógica constructiva.  El modelo no tiene nada de nuevo y puede funcionar muy bien si se trabaja con conciencia de gremio y si no se trabaja con cálculo político partidario y con proyecciones que nada tienen que ver con el continuo progreso de esta agroindustria.  Un poco de cálculo sí hay que hacer, sin embargo, y en este caso, dos más dos da cinco, como ocurre siempre que se buscan sinergias, tal como los cruceños lo hemos hecho siempre…

riopalo1962@gmail.com