domingo, 19 de agosto de 2012

LAS P DE RIO+20

Escribí hace unas semanas sobre Río+20 y hoy continúo brevemente la saga.  Le llamo saga porque es una secuencia  de crónicas sobre el mismo tema, pero la verdad es que yo creo que lo que producen las cumbres políticas globales debería llamarse, más bien, secuelas.

Y si no nos animamos a llamarles secuelas que hacen escuela, entonces llamémosle sagas que dejan llagas que, total, estas cumbres le dejan a uno pocas otras cosas en concreto que oportunidades para jugar con las palabras.

Una de las cumbes globales anteriores sobre sostenibilidad, quizás la primera en Rio 1992,  nos dejó el legado de las tres P, Profit, People, Planet, que significan Lucro, Gente y Planeta, pero que hay que dejar en ingles para que hagan sentido y el juego de letras y palabras tenga su efecto.

Aunque uno conceptualmente comparta que las dichas tres P pueden unirse de forma coherente para representar el anhelo de sostenibilidad, la verdad es que en la realidad no dejan de ser más que tres P, es decir palabras, palabras, palabras, como nos cantaba Silvana Di Lorenzo en castellano, o parole, parole, parole, como nos cantaba Mina Mazzini en italiano, en los años setenta, cuando se encontraban en la cumbre de sus carreras y la música ya se había globalizado. 

En Rio+ 20, hace poquito, la infinita creatividad de nuestros políticos y los tecnócratas que pululan a su rededor sumaron una cuarta palabra, una cuarta P, aumentándose Proactivness, es decir Proactividad, como queriendo indicar que había que salir del letargo de las tres P previas.  Nuevamente, la palabra parece propicia –otras tres p–, pero yo no me hago ilusiones de que la proactividad, que ni siquiera figura en el diccionario oficial de la lengua española, sirva para despertar a los reactivos de siempre para que pasen a ser proactivos y actúen antes de despertar.

Creo, más bien, que habría que agregar la palabra coactividad, pero ella, pobrecita, no lleva la letra p, entonces no sirve, los políticos y tecnócratas no la elegirán jamás porque, además, podría recaer sobre ellos su acepción referida a la “fuerza o violencia que se ejerce sobre alguien para obligarle a que diga o haga algo”. Otra de las acepciones, sin embargo, sería muy propicia, pues la coacción también hace referencia a la “interacción ecológica entre dos o más especies que conviven en un biotopo”.

Y este, amigos, creo que es el problema mayor: Las especies que convivimos en el biotopo llamado planeta Tierra no nos ponemos de acuerdo, y la culpa no la tienen el chichapí ni la carachupa, sino el Homo sapiens.  El hombre no respeta a las otras especies y, lo que es peor, no se entiende ni consigo mismo.

Por más que se enoje mi amigo Manuel, de los pensamientos compartidos y discursos pronunciados en Rio+20, creo que el de Pepe Mujica fue el más interesante, el más lúcido y, por lo que sé, el más coherente de todos, pues dicen que el hombre practica lo que dice, y es verdad que el problema mayor radica en las diferencias de criterio que tiene el Homo sapiens respecto a los patrones de consumo que son necesarios para vivir bien y, a la vez, asegurar la sostenibilidad de la vida en el planeta.

El consumo de los países desarrollados podría ser infinitamente menor al que tienen actualmente sin que pierdan calidad de vida... Y, como dijo don Pepe, también es verdad que el monstruo que hemos creado –léase el consumo desmedido y globalizado–, ya pasó a tener vida propia, independiente, y a gobernarnos.  Por ello, es en domar a este monstruo donde se debe invertir la mayor parte de la energía de los que tienen a su cargo las decisiones y el poder de ponerlas en práctica. 

La lucha por el medio ambiente empieza por la felicidad del hombre, dijo don Pepe, y ésta, la felicidad, no está en el consumismo, sino en compartir con el vecino, con la familia, con el prójimo, en cebarse unos mates a la tardecita, en patear pelota con los niños, en ir a las cumbres de chamarra.

Con su mismo discurso sobre el consumismo, sin embargo, don Pepe mostró, por omisión, que la culpa no está en el desarrollo.  Quizás porque quiso hacer un discurso breve, don Pepe Mujica habló poco o nada sobre los beneficios del desarrollo y la tecnología, y sobre los valores y virtudes de la civilización moderna que, entre otras cosas, batallan y logran victorias por la cura de enfermedades que no fueron precisamente creadas por el progreso, que produjeron el fusquinha que él maneja diariamente desde su chacra a su oficina, y el avión en que se trasladó a la cumbre, o el papel en que escribió las innecesarias notas de su discurso.     

El problema es, ya ven, el de la desigualdad de consumo y de criterios que tenemos los hombres. Para resolver la desigualdad de consumo, creo que hay solución, la ciencia nos puede ayudar, y si la desigualdad no fuese tan escandalosa, nadie osaría quejarse del desarrollo y de la ciencia.

Sobre la desigualdad de criterios, sin embargo, no soy tan optimista y creo que en Rio+25 se tendrá que agregar otra P, la de Paciencia.  Como ocurre con el resfrío, pues, la desigualdad de criterios requiere de paciencia y de pañuelo, lo diga o no lo diga don PP.

riopalo1962@gmail.com